En las últimas décadas, las razas sintéticas tomaron gran protagonismo en el Norte por su fortaleza en ambientes rigurosos. “Las razas Brangus y Braford lideraron la mejora genética atendiendo las necesidades de adaptación a la zona y las demandas del mercado. Los técnicos trabajamos con esa visión y el progreso ya se derramó entre los productores de punta, que crían, recrían y terminan con destino a faena”, dijo a Valor Carne Diego Grané, asesor en genética de importantes cabañas y empresas ganaderas, y miembro de la Comisión técnica de Brangus y Braford.
Según el especialista, estos productores apuntan a tener rodeos que les permitan manejarse con soltura ante los cambios de los mercados, que no son pocos, y poder decidir sobre la marcha si producen para consumo o exportación.
“Lo importante es que el biotipo de la vaca, que es la fábrica de terneros, sea funcional, de tamaño moderado y con una buena plasticidad. Así, en función de la coyuntura, se puede programar la recría para terminar un animal más liviano o más pesado, sin necesidad de cambiar el biotipo del vientre”, indicó. Y agregó que “una condición sine qua non es que las vacas sean eficientes en ambientes rigurosos y permitan producir un ternero por año”.
Otro aspecto en el que se trabajó mucho es en la eficiencia de conversión. Si bien se han expandido ampliamente las pasturas megatérmicas, los animales comen un gran volumen de pastos naturales de regular calidad. Por eso, “desde la genética buscamos que sean eficientes en transformar esos pastos en carne y que logren una buena conformación y terminación”, explicó.
En ese sentido, los técnicos toman en cuenta que una de las limitantes más importantes del Norte es el aspecto nutricional. “Lograr que la vaca se engrase es algo que cuesta, a diferencia de la región central, ya que la categoría no se suplementa y tiene que mantenerse todo el año a campo. Si se engrasa fácilmente en el verano entra al invierno con buena condición corporal. Si en cambio llega muy justa, después de parir es más difícil que mejore su condición y se vuelva a preñar", planteó Grané. De ahí, que los biotipos de avanzada son de engrasamiento precoz, “lo que achicó los tiempos de engorde y mejoró la rentabilidad del negocio”, sostuvo.
También se avanzó mucho en la precocidad sexual, se acortaron los tiempos para entrar al primer servicio, que hoy se puede hacer a los 18 meses, tal como ocurre con las razas británicas.
En síntesis, los asesores de las cabañas utilizan criterios de selección que apuntan a la adaptación, fertilidad, precocidad, conformación carnicera, o sea, todo lo que hace a la funcionalidad del animal para alcanzar la mayor eficiencia y calidad de carne. “Así, tanto las razas Brangus y Braford se están consolidando cada vez más”, aseguró.
Hoy, con esta base genética, sumado a un buen manejo nutricional, los ganaderos del NEA y del NOA pueden terminar sus animales temprano con un buen peso, obteniendo carnes de alta calidad como en la zona pampeana.
Los retos
Grané está convencido de que “el gran desafío para que la ganadería del Norte exprese todo su potencial, es que los productores tradicionales apliquen tecnologías que les permitan acercarse a los de punta, incluyendo la genética de avanzada. De este modo, la región podría autoabastecerse de carne y exportar”.
Además, la Argentina está muy bien posicionada internacionalmente en materia de genética. “Les hemos vendido mucho a países vecinos y, a partir de las líneas argentinas, ellos han desarrollado su propia genética”, detalló Grané, quien también es jurado en Palermo y otras exposiciones nacionales e internacionales de Brasil, Uruguay y Bolivia.
Sin embargo, señaló que “hoy, la exportación de reproductores en pie es engorrosa y está afectada por el tipo de cambio de igual modo que la de la carne. La venta de embriones y pajuelas de semen congelado es más ágil. De cualquier modo, la Argentina tiene todo para diferenciarse como proveedor de genética”.
Lo destacable, es que a pesar de la situación del mercado de la carne vacuna, el productor de punta continúa interesado en mejorar su rodeo, sigue invirtiendo. “La idea es aprovechar el estancamiento del negocio cárnico para quedarse con lo mejor del rodeo. Por ejemplo, al no ser el mejor momento para salir a vender una ternera de calidad, es preferible guardarla, hacer una mayor presión de selección y capitalizarse en genética. Así, los empresarios mejoran su rodeo y, al mismo tiempo, se posicionan para cuando se pueda salir a exportar”, finalizó.
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