Porqué despegó la ganadería del Norte

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Porqué despegó la ganadería del Norte

2019-01-15T18:46:11-03:0020 de noviembre, 2013|3 comentarios

“La ganadería del Norte tuvo importantes progresos en los últimos 20 años y está en condiciones de duplicar la producción de carne. No hay restricciones técnicas para hacerlo, pero sí particularidades que deben contemplarse. Hay que poner en marcha un plan sustentable y accesible, basado en la cría y recría sobre forrajeras tropicales y la terminación a corral”, dijo a Valor Carne el Ing. Agr. Oscar Melo, ex Decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica de Córdoba y especialista en nutrición animal de MBG Ganadería.

El detonante del desarrollo fue la amplia incorporación de forrajeras tropicales. Las megatérmicas son gramíneas de fotosíntesis carbono 4, que se diferencian de las de carbono 3, de climas templados y típicas de la pampa húmeda, en el ciclo de producción y en la capacidad de crecimiento en pleno verano.

En la década del ‘80 empezaron a entrar especies como el gatton panic, buffel grass, brachiaria, grama rhodes y en los ‘90 se generalizaron. “Esto cambió el panorama porque antes uno llevaba una festuca al Norte, que es carbono 3 y producía poco pasto, mientras que ahora uno implanta una carbono 4 y obtiene tanto pasto como con una festuca en Buenos Aires”, explicó Catalina Boetto, que trabaja junto a Melo en MBG Ganadería.

Estas forrajeras se adaptaron muy bien a los modelos silvopastoriles, lo que permitió hacer desmontes más racionales, sin necesidad de limpiar demasiado los lotes, ni sacar todos los troncos, ni leñas, como se hacía en los años ’70. “Fue una combinación clave para el desarrollo de la ganadería ya que abarató mucho los costos y, entre los ‘80 y los ’90, se pudieron incorporar numerosas hectáreas a la actividad”, agregó Boetto.

Para tal pasto tal vaca

Las nuevas forrajeras dieron lugar al afianzamiento de las razas sintéticas. “Como hubo pasturas que producían en pleno verano, hacían falta vacas que no tuvieran calor cuando las pasturas estaban produciendo. Entonces, la resistencia al calor y a la garrapata fue otra cuestión clave y las razas Brangus y Braford, entre otras, cambiaron el paradigma del Norte”, indicó Ana Gómez Demmel, también de la consultora.

Otro aporte trascendente fue el empuje de los ganaderos con visión empresarial, que llegaron desde la región central del país. “Eran productores que a lo mejor tenían vacas en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, las vendieron para hacer agricultura y armaron un campo con hacienda en el Norte. Así, se diseñó un modelo de gestión mucho más dinámico”, subrayó.

También hay que resaltar el importante desarrollo agrícola regional de la mano de la soja, el maíz y el sorgo. En ese sentido, el menor valor relativo de los granos en el Norte con respecto a la región central, por la lejanía al puerto, significa una ventaja competitiva para la ganadería.

Además, la fuerte demanda de carne de las provincias norteñas, todas ellas deficitarias en el producto, representó una oportunidad para el despegue de la producción.

En este escenario, con la disponibilidad de terneros, granos más baratos y consumidores desabastecidos, el feedlot cayó por su propio peso y empezaron a instalarse numerosos emprendimientos. Asimismo, comenzó a aumentar la capacidad de faena: por ejemplo, en Forres, Santiago del Estero, se construyó un frigorífico de consumo y exportación de última generación del Grupo Beltrán.

Los desafíos

La ganadería del Norte está sujeta a variaciones climáticas más importantes que las de la región central. “Los productores recién llegados, que no estaban acostumbrados a secas tan prolongadas, no contemplaron que los sistemas ganaderos debían planificar los forrajes y el suministro de agua de otro modo. Por eso, estos fenómenos están impactando mucho más de lo esperado”, señaló Gómez Demmel.

Desde 2008/09, por ejemplo, el Norte tiene precipitaciones menores a lo habitual y no hubo un par de años buenos como para acomodar el campo. “Esto es una alerta, no una limitante. Hay que darle a los planteos un nivel de seguridad mayor, disminuir el riesgo, aumentando la cantidad de reservas forrajeras: no se pueden confeccionar pensando solo en el próximo año, hay que prever las necesidades a mediano plazo”, recomendó Boetto.

El agua para bebida animal también es una dificultad en ciertos campos. Algunos tienen una cantidad importante de vientres y el agua del subsuelo es salada. “En estos casos hay que desarrollar técnicas de captación de agua superficial. Se puede acumular agua de lluvia y luego mezclarlas, no hay imposibilidad técnica para hacerlo”, indicó.

12- Campo Norte

Reservorio de agua de lluvia en un campo de Santiago del Estero, con sistema silvopastorial.

Una verdadera limitante para hacer crecer la ganadería del Norte son las regulaciones para el manejo del monte. “Si bien hay un marco normativo nacional, la llamada Ley Bonasso, cada provincia tiene un criterio distinto lo que genera inseguridad. Si vos comprás un campo te dicen que presentes un plan de desmonte, que después se verá, pero el inversor necesita saber que podrá hacer antes de invertir”, planteó Melo.

Para el especialista, los gobiernos provinciales deberían transmitir sus normas con “más claridad” para fomentar el desarrollo. “Hay fuerte presión de los ecologistas, sin embargo hay tecnologías disponibles para que la ganadería conviva con el monte en planteos silvopastoriles sustentables”, aseguró.

La potencialidad

En síntesis, no hay límites tecnológicos para producir carne en el Norte. “La genética de pasturas y de ganado todavía tienen mucho para mejorar, o sea que hoy estamos en un piso, no en un techo”, reveló Boetto.

Las provincias norteñas podrían autoabastecerse de carne algo que, más allá de generar riquezas genuinas en el interior, resulta estratégico para la Argentina. “Actualmente, poblaciones muy importantes como las de Mendoza, San Juan, Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Formosa, Catamarca, La Rioja y Chaco, compran carne en el Centro Sur del país. Si produjeran lo que consumen, quedaría un saldo exportable muy importante, sobre todo de la región central”, finalizó Melo.

Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne.

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3 Comentarios

  1. Otto A. Nenning noviembre 20, 2013 at 8:23 pm - Responder

    1. El desarrollo no se debe sólo al inversor de la zona sur, sino también del productor local, que ha hecho un gran aporte económico y de la experiencia después de muchos años de trabajo en el campo.
    2. El manejo de las aguas superficiales requiere de un espacio y análisis muy particular, muy importante para el mejor aprovechamiento del agua dulce.

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  3. G-B junio 10, 2014 at 7:31 am - Responder

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