“En el INTA hay una nueva mirada en materia de extensión. Antes, nosotros definíamos la problemática por cadenas y decíamos ‘ésta es la solución’; se trabajó muchos años así, como desde arriba. Pero cuando se hacían las evaluaciones de los impactos que teníamos en la zona, veíamos que eran menores de los que esperábamos. Entonces, en el último tiempo, se empezó a actuar a partir de la demanda del productor”, dijo Pablo Uguet, extensionista de la agencia Santo Tomé, que depende de la Estación Experimental de Mercedes, Corrientes. Y agregó que “el desafío es fuerte ya que para identificar las necesidades concretas de cada productor, la relación personal, la comunicación cara a cara, es muy importante”, aseguró.
Pablo Uguet, 33 años, es ingeniero agrónomo con una maestría en producción animal subtropical e ingresó al INTA como becario en 2005. Hoy, junto a otro colega, atiende los departamentos de San Martín, General Alvear y Santo Tomé, al Noreste de Corrientes, que abarcan casi el 20% de la superficie provincial, donde la actividad más importante es la cría bovina. “Soy oriundo de Virasoro (Corrientes) pero eso no significa ser conocido por los ganaderos. Estoy haciendo mis primeras armas en el sector; hay que ganarse la confianza de los productores para llegar a ellos y generar cambios”, afirmó.
Según Uguet, la nueva estrategia implica multiplicar esfuerzos. En tal sentido, en un departamento como Gral. Alvear, que es muy chico, hay 300 productores anotados en Senasa y en Mercedes, que es más grande, hay unos 700. “Como es imposible atender la demanda de tantas personas, organizamos talleres. No vendrán todos, pero sí unos 100 ó 150; y ahí, interactuando con ellos, tratamos de detectar las problemáticas comunes, las grillamos para ver qué abordar primero, qué probar para mejorar la situación. Es un trabajo de hormiga, pero profesionalmente representa un gran desafío”, planteó.
En línea con estos encuentros, el extensionista toma contacto con muchos productores en forma individual buscando que integren la red del INTA. “Lo visito en su campo, hay que entrar en confianza, escucharlo, ver su forma de actuar y hacer un análisis productivo y económico de su establecimiento. Entonces, en función de ello, se le ofrece una herramienta tecnológica probada y, en algún caso, hasta alguna práctica nueva. Si el productor acepta se empieza a trabajar conjuntamente”, explicó.
Para Uguet, este ejercicio es fundamental para comprender la realidad del ganadero. “Por ahí, en una tarde tengo que hacer 300 km, pero uno comprueba que la problemática tiene que ver con la persona, con su cultura y su nivel educativo, ya que muchas veces alambrado de por medio las diferencias son enormes”, contó haciendo alusión al estudio “Causas que afectan la adopción de tecnología en la Ganadería de Corrientes” del INTA, que hizo foco en los productores de 500 a 3.000 cabezas, incluyendo los del área de influencia de la agencia Santo Tomé.
En ese sentido, el joven confirmó que desde la agencia de extensión se está retomando la explicación de prácticas simples que se consideraban entendidas. Un ejemplo es la suplementación mineral, algo muy importante en la zona porque los suelos son deficitarios en fósforo y calcio, nutrientes claves para mejorar el estado corporal de la vaca, y, por ende, la preñez y la lactancia, obteniéndose terneros más pesados.
“Dábamos por sentado que los productores sabían de qué se trataba, que era algo recontra conocido, que dos más dos es cuatro y que ellos pensaban lo mismo. Es más, si vas al campo y preguntás: ¿Hacés suplementación mineral? te dicen ‘sí’. Pero cuando indagás más profundo, contestan ‘le doy sal’, una práctica que viene de la época de los jesuitas y que en realidad no trae beneficios”, contó Uguet. Así las cosas, señaló que lo más importante es que los profesionales advirtieron que el ganadero no hablaba de la suplementación mineral en sí misma sino de otra cosa.
“Creo que el problema parte de una confusión, de falta de conocimiento de la herramienta, más que de una cuestión de costos. Encima si al comerciante del pueblo le piden sal, les da sal, no anda con vueltas, cada cual se dedica a lo suyo. La sal viene en bolsas, igual que el suplemento mineral, pero mientras que el primero es sólo cloruro de sodio, el segundo trae generalmente harina cocida de hueso, rica en fosforo y calcio, que es lo que la vaca necesita”. Y subrayó que “desde la extensión vamos a tener que volver a explicar de qué se trata la técnica y no cansarnos de hacerlo”.
El paso siguiente, es que el productor muestre los avances de la tecnología probada a sus pares. “Le proponemos que abra la tranquera de su campo para invitar a los vecinos. Queremos que sea él mismo, que está en el yugo todo el día, quien cuente lo que le estaba pasando y explique cómo mejoró. Si yo digo lo mismo tal vez no lo tomen de la misma manera”, planteó.
En síntesis, la nueva dinámica de la extensión radica en escuchar al ganadero y ofrecerle tecnología según sus necesidades, de a poco, ya que es el propio empresario quien debe poner el capital de trabajo. Una vez que la adoptó, que ganó eficiencia, el mismo productor se convierte en difusor o demostrador en su zona.
“Nos está costando adecuarnos a esta forma de trabajar, tanto a los técnicos más nuevos como a los más antiguos, aunque quizás dentro de la historia del INTA es como volver a los orígenes. Más allá de los conocimientos como agrónomos, la extensión requiere una formación social muy fuerte”, indicó.
Con respecto al futuro, Uguet está convencido de que “a través del diálogo, los productores se van a sentir más comprometidos con el cambio tecnológico, con lo que habrá un mayor impacto y mejores resultados”.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne.
Muy buena esta nota, interesante!. La capacitación y el acceso a nuevas tecnologías traerán mejores resultados.
Es buena la nota , me consta del cambie de vision del inta ,yo participo de un consejo local asesor ,lo importante que todo aprendemos.
Adoptar tecnologia tiene su costo y sin rentabilidad se hace mas complejo. lo importante es tener la mente abierta a los cambios que son permanentes ,pensar globalmente y actuar localmente, producir lo que se vende y no simplemente vender lo que se produce.
De esta manera se trabajaba en los ’90 con el Programa Cambio Rural, práctica que lamentablemente fue desapareciendo. Qué bien que están volviendo a implementarla.
Me parece de terror que en ningun momento el extensionista nombra el rol del asesor privado en esta tarea de desarrollar determinadas zonas, cambio rural fue una gran herramienta tanto para productores como tecnicos.