Según lo publicado por el diario Folha de Sao Paulo el 26 de febrero, el Departamento de Agricultura de los EE.UU. amplió en 60 días el plazo para la presentación de observaciones al proyecto de norma que autoriza la importación de carnes vacunas crudas procedentes de catorce estados de Brasil.
El lapso original, que vencía el pasado 21 de febrero, se corrió hasta el 22 de abril extendiéndose así a 120 días.
La Asociación de Ganaderos de EE.UU. (NCBA, según sus siglas en inglés) y un grupo de senadores de ese país, enviaron sendas notas al USDA pidiendo tal prórroga, con la intención de estudiar la norma y sus implicancias.
Al momento, se han presentado unos 450 comentarios sobre el proyecto, a través de un sitio de Internet que el gobierno norteamericano tiene a estos efectos. La mayoría de ellos, firmados por grupos de interés vinculados a la ganadería, llaman a la prudencia ante el riesgo de introducir el virus de la aftosa y muchos muestran preocupación por la calidad de la carne brasileña.
La Coalición Industrial Brasileña, creada ad hoc por los exportadores del Brasil, aprovechará la prórroga para presentar información que tienda a disminuir el temor del público y de los políticos estadounidenses por las carnes frescas del país sudamericano.
En interpretación de Valor Carne, era esperable que hubiera numerosos intentos de frenar la aprobación. La prórroga sólo demora el momento en que será posible exportar carne brasileña a uno de los mayores importadores del mundo, algo que sucederá más tarde o más temprano.
También tendrá un efecto dilatorio sobre las gestiones argentinas para la apertura de ese mercado. Los EE.UU. no aprobarán la carne argentina antes que la brasileña, teniendo en cuenta el momento que atraviesa cada gestión, pero tampoco podrán hacerlo muchísimo después por las reglas internacionales en materia de igualdad en el tratamiento.
Postergando el comercio justo
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