16 de mayo: Científicos de la Universidad de California Davis publicaron un estudio que llega a la conclusión de que la energía necesaria para producir carne cultivada o de laboratorio supera de 4 a 25 veces lo que requiere la carne de animales. Es necesario aclarar que este estudio aún no cuenta con la revisión de pares. De ser así, se sumaría una importante dificultad para el desarrollo de estos productos.
17 de mayo: El Consejo Europeo formalizó la vigencia de una ley que restringe las importaciones de aceite de palma, carne vacuna, madera, café, cacao, caucho y soja. Para que sigan ingresando se debe demostrar que los productos no provienen de áreas que hayan sido desmontadas desde el 30 de diciembre de 2020, aunque haya sido respetando la legislación del país exportador. La medida se rodea de un discurso proclima, pero repite las viejas mañas europeas de proteger de cualquier manera a los productores del continente, inclusive incumpliendo acuerdos internacionales. Desde su vigencia en 20 días tras la publicación, las grandes empresas tendrán 18 meses para adaptarse y las pequeñas, dos años.
18 de mayo: El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, criticó las nuevas exigencias ambientales a productos provenientes de zonas deforestadas. Las calificó de “leoninas”, y advirtió que pueden abrir “la posibilidad de sanciones” y “traer perjuicios enormes” al bloque sudamericano. El presidente electo de Paraguay, Santiago Peña, suscribió estas afirmaciones durante una visita al presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, en Brasil.
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