Impacto de una devaluación en la cadena cárnica

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Impacto de una devaluación en la cadena cárnica

2019-01-15T18:49:34-03:0010 de septiembre, 2015|1 comentario

En un contexto de oferta ganadera ajustada, que sólo alcanza para consumir 60 kilogramos per cápita y exportar un volumen muy pobre, y de un faltante inédito de novillos, la categoría por excelencia para las ventas al exterior, una devaluación pasaría en su totalidad al precio de la hacienda. El mayor poder de compra de la industria provocaría subas incluso de una magnitud más elevada que la devaluación, lo que beneficiarían sólo por un tiempo al productor.

La experiencia de la última devaluación, que se dio entre noviembre 2013 y enero 2014 indica que la misma pasa también a otros costos en una alta proporción: semillas, agroquímicos, fertilizantes, combustibles, fletes, etc. Los sueldos, los impuestos inmobiliarios o los gastos de estructura, tardan algún tiempo más pero finalmente recuperan el terreno perdido.

Los criadores, que están menos expuestos a una devaluación que una explotación de ciclo completo o de invernada intensiva, también podrían verse afectados por la menor rentabilidad del feedlot, sea por un encarecimiento del maíz, dada la nueva paridad cambiaria o por la quita o reducción de retenciones a este grano. Hay que tener en cuenta que gran parte del excepcional sobreprecio que tiene el ternero en relación al gordo, se debe al bajísimo precio del maíz.

Para los exportadores, hoy, puede ser preferible la quita de retenciones y la devolución inmediata de los impuestos internos a una devaluación generalizada que, en semanas, haría subir la hacienda, los salarios y la energía, ubicándose al poco tiempo igual o peor que en el punto de partida.

Desde el punto de vista del consumo interno, que será por mucho tiempo no menos de entre el 85 y 90 por ciento de la demanda total, una devaluación puede significar en el corto plazo una caída importante en el salario real, lo que impactaría en el poder de compra al mostrador. Además, va a tardar mucho tiempo en que el sector exportador, aún estimulado por una devaluación, represente más del 15 o 20 por ciento de la demanda total, lo cual significaría embarcar entre 400 y 540 mil toneladas anuales.

Así las cosas, no parece que en el actual contexto de la política económica con inflación, descontrol fiscal, entre otros, una devaluación “sin plan” traiga una ventaja clara y neta parta el sector ganadero.

Informe Ganadero, 4 de septiembre

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Un comentario

  1. Luis Antonio Eizaguirre septiembre 10, 2015 at 8:23 pm - Responder

    Obvio que tiene que haber un plan político y económico pero solo pidamos que nos devuelvan la libertad de comercio

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