El 22 de septiembre, el Ministerio de Agricultura y la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena (QSIQ por sus siglas en inglés) chinos anunciaron que quedó levantada la prohibición de la carne vacuna de EE.UU. En realidad, la declaración oficial rezaba que China estaba lista para comenzar a importar carne.
Sin embargo, el sector privado estadounidense tomó el anuncio con gran cautela, acentuando la incógnita acerca de cuáles serían los mecanismos y los plazos para que tal rehabilitación se tornase efectiva. Para esto será necesario que las autoridades sanitarias de ambos países negocien las condiciones específicas, incluidos los estándares de seguridad, que se aplicarán al comercio bilateral.
China prohibió la carne estadounidense, como muchos otros países, tras el anuncio del caso de vaca loca en el Estado de Washington, a fines de 2003.
Ese año, EE.UU. había representado dos tercios de las 12 mil toneladas de carne vacuna importadas por China. Para 2016, se espera que el gigante asiático compre un total de 825 mil toneladas peso embarque, o sea, casi 70 veces más. Es decir, que en estos 13 años de prohibición, el sector de la carne vacuna estadounidense perdió incalculables negocios.
El impacto
Los principales proveedores actuales son Australia, Brasil, Uruguay y Nueva Zelandia, seguidos en un segundo plano por la Argentina y Canadá.
Para dar una idea más precisa, en los primeros 8 meses de este año, Brasil encabezó las ventas a China con 96 mil t peso embarque, seguido por Uruguay con 81 mil, Australia con 64 mil y la Argentina con 37 mil toneladas.
El acceso de EE.UU. afectará, en primera instancia, a Australia que atraviesa un período de menor faena, por recomposición del stock tras años de liquidación por sequía, y tiene un precio interno más alto.
También puede afectar la posición competitiva de los restantes proveedores, aunque es posible que las carnes estadounidenses se abran paso al ritmo del continuo crecimiento del mercado chino de importación.
Hoy EE.UU. puede exportar a Hong Kong (su quinto mercado en volumen) y a Vietnam, desde donde las mercaderías son parcialmente reexportadas a China a través de los canales grises.
Siendo China el tercer importador mundial, pronosticándose que próximamente superará al segundo, Japón; y siendo EE.UU. el cuarto exportador mundial, una medida de este tipo va a tener influencia sobre los flujos de comercio globales.
Por Miguel Gorelik, Director de Valor Carne
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