Hacia dónde va el feedlot en EE.UU.

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Hacia dónde va el feedlot en EE.UU.

2019-01-15T18:52:29-03:0020 de julio, 2017|3 comentarios

El M.V. Roberto Eizmendi trabajó durante años como Gerente de Cactus Argentina y en 2011 se trasladó a EE.UU. para hacerse cargo del gerenciamiento de dos engordes muy grandes de la compañía, una de las más importantes del sector, uno de 75 mil cabezas y otro de 85 mil, ubicados en la región de la Altas Planicies. Con esta trayectoria, durante la Jornadas Ganaderas de Pergamino, realizó una puesta a punto de los avances y desafíos del feedlot en la ganadería líder del mundo, una industria madura en un mercado muy competitivo.

“Hasta los años´60, el engorde a corral se hacía en el Medio Oeste como forma de mejorar el resultado económico de los productores de granos. Era de pequeña escala, pero el costo de alimentación era bajo y equilibraba los números. Luego, comenzaron a instalarse unidades en la Altas Planicies, al centro del país y también se trasladaron las plantas frigoríficas. O sea que la actividad pasó de una zona húmeda, con abundante maíz a otra de clima seco e inviernos más moderados, pero con menor disponibilidad de granos, con lo cual aumentó el costo de la alimentación”, recordó el especialista, con relación a los comienzos de la moderna industria del feedlot estadounidense.

Los grandes cambios

Para Eizmendi, superar esta desventaja fue el motor que llevó al desarrollo de empresas con economías de escala, ya que se necesitaba compensar esos mayores costos con establecimientos cada vez más grandes, que permitieran aplicar tecnologías y equipamientos de avanzada. “Actualmente, menos de 40 mil cabezas son consideradas antieconómicas. Incluso, durante la última década, aumentó el capital necesario para engordar un animal, sin haberse incrementado el margen promedio, lo que acentuó la concentración del sector. En Cactus, tenemos diez feedlots y ninguno está por debajo de las 75 mil cabezas”, sostuvo.

Otra cuestión clave para el resultado económico es el financiamiento a bajo costo.  “Los márgenes son muy pequeños, en años buenos promedian los 25 a 30 dólares por cabeza y la volatilidad es importante. Hoy en día, ninguna empresa considera engordar un novillo sino tiene al menos el 75% del costo cubierto con financiación bancaria, a tasas del 3 a 3,5 %, además de sistemas de manejo del riesgo cada vez más sofisticados”, advirtió.

Un gran desafío en la última década fue el desarrollo de la industria del etanol de maíz, que brinda subproductos accesibles para las unidades del Medio Oeste, pero difíciles de aprovechar en los feedlots alejados. “Cargill tiene varias plantas de procesamiento de granos en el Medio Oeste y tomó una actitud muy activa en este asunto. Desarrolló una logística por la cual los granos de destilerías que se obtienen hoy, llegan mañana a las Altas Planicies, vía tren, en formaciones completas. Se descargan en tempo récord en las unidades de la cerealera y al día siguiente arriban a nuestros engordes, ya como productos terminados, tras haberle agregado los minerales y aditivos que necesita cada cliente, a medida. Ellos generaron una industria eficiente alrededor de esto y nosotros liberamos capacidad de producción en nuestros molinos”, explicó. Para dar idea de la importancia de esta iniciativa,  el experto remarcó que “un engorde de 80.000 cabezas necesita procesar 1.000 toneladas de ración por día y sólo hay posibilidad de almacenar materias primas por dos o tres días y comida terminada por un par de horas”.

También, se apuntó a bajar el costo de distribución del alimento en los corrales. “Nuestros equipos cuentan con sistemas satelitales que permiten distribuir 20 a 25 toneladas en una sola pasada y en forma pareja, a lo largo de todo el comedero. Parece simple, pero cada una unidad tiene 400-500 corrales y la comida se reparte tres veces por día. Si hubiese que parar y volver atrás, llevaría muchísimo tiempo y gasto en combustible”, afirmó. Y adelantó: “actualmente estamos probando dispositivos montados en los camiones para agregar los microminerales y aditivos necesarios para cada corral. Esto nos posibilitará preparar un sólo tipo de ración y luego ajustarla in situ”.

En cuanto a la nutrición, además de los promotores de crecimiento que permiten utilizar menos insumos por kilo de carne producido, los feedlots de las Altas Planicies procesan el  maíz con vapor de agua para optimizar su aprovechamiento. “Aquí, el grano es 35 dólares más caro por tonelada que en el Medio Oeste y esta cocción ayuda a contrarrestar esa brecha, ya que aumenta la disponibilidad de almidón para la flora ruminal, mejorando la conversión alimenticia”, aclaró Eizmendi.

Una tendencia sostenida de la ganadería de EE.UU. es el incremento del peso de faena: en 20 años trepó 160 kg y hoy promedia los 594kg, peso vivo. “Con el alto costo de los terneros, no parece que esto vaya a cambiar. Los engordes necesitamos producir mayor cantidad de carne por cabeza y para la industria frigorífica, cuantos más kilos tiene la carcasa más volumen hay para distribuir el costo de la mano de obra, la energía y los impuestos, entre otros. Si bien nos preocupa hasta cuándo los consumidores van a aceptar que los cortes sean más grandes, hay universidades trabajando para adaptarlos a sus preferencias, con lo cual creo que vamos a encontrar una solución”, planteó.

¿Animales livianos? El sistema comercial castiga severamente las carcasas muy livianas o muy pesadas. “Los descuentos pueden llegar a los 100 dólares por novillo y, con márgenes tan pequeños, perder ese monto es un mensaje fuerte”, indicó. Para evitar desvíos, se desarrolló un modelo computarizado basado en datos de más de un millón de animales que permite clasificarlos en grupos homogéneos ya al ingreso al corral. “Hay un dispositivo, que es manejado por el operario, que mide la altura y el largo de la cadera, lo que combinado con su peso proyecta la duración ideal del período de engorde. Esto, hace posible llevar el peso final cerca del límite de descuento, sin tener muchas reses por encima”, contó.

De cara al mercado

Eizmendi piensa que un desafío  de la industria del feedlot es la gran variabilidad en los precios del novillo terminado, que pueden llevar a resultados económicos muy variables. “Hace seis años que estoy en EE.UU. y a pesar de todos los avances tecnológicos, no es fácil producir aquí. El mercado es extremadamente cruel y no perdona. Si uno no hace los deberes, utilizando futuros y opciones, queda afuera y sobreviven las empresas que son cada vez más profesionales, que manejan bien los riesgos y tienen disciplina”, apuntó.

Una estrategia de largo plazo para estabilizar los márgenes son las alianzas comerciales con otros eslabones de la cadena. “Estas sinergias son tan importantes que hoy Cactus faena todo con una sola industria frigorífica, algo muy raro en la Argentina. Con nuestra escala, tenemos una posición de fortaleza a la hora de negociar y eso nos permite participar en cierta forma del negocio de la carne, amortiguado la volatilidad de los mercados”, señaló.  A su vez, hace tres años, la compañía comenzó a desarrollar la cría a corral en base a acuerdos con los productores de terneros, un sector muy atomizado en EE.UU. “La idea es tener parte de nuestra provisión de hacienda asegurada, de modo que no estemos tan abiertos al mercado, y que ellos puedan programar sus actividades y estabilizar sus precios”, aseveró.

Para finalizar, en momentos en que la ganadería argentina busca mejorar la productividad y los resultados económicos, Eizmendi planteó la importancia de analizar qué aspectos del modelo estadounidense podrían aplicarse en nuestro país.

Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne

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3 Comentarios

  1. Pedro Nazar julio 21, 2017 at 10:56 pm - Responder

    Estimado Miguel: cuando leí el artículo sentí como que esa industria trabaja tan "finito" que ante una suba de la tasa de interés, ponele al 5%,se van a encontrar en problemas, no?

    Hoy nos preguntábamos con otros, el peso de faena es una necesidad del consumidor o del frigorífico? Pareciera que en USA éstos tienen fuerza como para castigar las reses "livianas".

    Sigo con otra pregunta, en el mundo, con tantas personas solas y/o familias chicas, no habrá nichos para cortes "chicos"? Sería interesante saber si alguien exploró esto.

    Al menos en nuestro mercado interno, no hay problemas en colocar estos animales baratos de producir y de terminar.

    Cordial abrazo

    • Miguel Gorelik julio 22, 2017 at 4:23 pm - Responder

      Pedro:

      Como es habitual, tus preguntas no se responden con un monosílabo.
      Voy por orden.
      En un negocio de márgenes muy finitos, siempre que cambia una variable impacta de manera importante en el mismo, para bien y para mal.
      El peso de faena lo impulsa la búsqueda de una mayor eficiencia, tanto en la industria como en el campo. El consumidor no lo pide pero se beneficia con un precio que, por la competencia, tiende a ser menor.
      Al frigorífico lo beneficia faenar animales más pesados (el costo por animal es muy similar para animales de distintos tamaños, por lo que aquéllos más pesados redundan en costo por kilo más bajo). También al feedlot (o al inversor, en caso de hotelería) le conviene llevar la hacienda a más peso -hasta cierto límite- ya que así amortiza mejor el costo de los kilos iniciales que, generalmente, son más caros.
      No sé si los bifes grandes y las viviendas unifamiliares se llevan tan mal. Hasta en un restaurante se puede medir medio bife. Lo importante, más que el tamaño, es el gusto y la terneza. No conozco una investigación sobre el tema.
      Es cierto que el mercado argentino incentiva a matar animales de menor peso. Pero me parece más un defecto que una virtud. Los principales especialistas no se cansan de señalar el margen que existe una buena recría.
      El hecho de que en mercados tan disímiles como el de EE.UU. y el de Uruguay, los terneros representen 1 ó 2% de la faena debería ser ilustrativo.
      Desde otro punto de vista habría que preguntarse qué pasa que tanta gente en el país está dispuesta a comprar carne de animales jóvenes y livianos. Somos tan ricos? Será que es muy barata?
      No me caben dudas de que si la ganadería sigue desarrollándose, lo que implicará que se vaya avanzando en muchos frentes pero también en el de la transparencia, muy afectada por todo tipo de evasiones, vamos a ir pareciéndonos más a otras ganaderías más normales.
      Te retribuyo con gusto tu cordial abrazo. MG

  2. Pedro Nazar julio 22, 2017 at 8:49 pm - Responder

    Gracias Miguel por tu pensada respuesta. Concuerdo en casi todo.

    Salvo en una frase donde decís "El peso de faena lo impulsa la búsqueda de una mayor eficiencia, tanto en la industria como en el campo."

    Si tomamos eficiencia como los pesos obtenidos por capital invertido, en el campo (con visión industrial) hoy es mejor negocio el novillito que no pasa el segundo invierno. Al menos en mi zona Suodeste Pcia. de BA.

    Cuando hablamos de recría, hablamos del crecimiento obtenido desde el destete en febrero/marzo, hasta mediados de Diciembre, siguiendo y aprovechando nuestra curva de máxima producción de pasto. Ese animal ya tiene mas de 300 kilos si se destetó con 170/180. Lo más barato que hay es encerrarlo con grano y en 60/90 días lo sacaste bien gordo.
    Si lo guardaras para hacerlo más pesado, tendrá que pasar un verano caluroso y probablemente seco, quitandole además el pasto a la generación siguiente destetada en marzo. Con el agravante que a más peso, más consumo de grano por kilo de carne producida. Económicamente poco eficiente, convengamos!

    Lo he explicado con detalle, porque se me ocurre que la industria frigorífica no tiene idea de esta ventaja competitiva que tiene la industria del campo. Y por ende toda la cadena si lo sabe aprovechar.

    Disculpame, pero me parece un tema poco discutido, y de gran importancia.
    Otro abrazo

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